Por Camila Díaz Caneja
“Como futuros tomadores de decisiones es nuestra responsabilidad generar las condiciones propicias para que las personas puedan acceder a las necesidades básicas, una persona sana y educada es capaz de aprovechar las oportunidades que el progreso tecnológico pone a su disposición”
Entendemos por revolución al cambio social fundamental en la estructura del poder o la organización que toma lugar en un periodo relativamente corto o largo dependiendo la estructura de la misma. Actualmente nos encontramos en la cuarta revolución industrial,, la misma se caracteriza por tener más internet móvil, sensores pequeños, poderosos y baratos, inteligencia artificial y aprendizaje mecánico.
La tecnología digital no es nueva, sin embargo, lo característico de esta cuarta revolución es que se ha vuelto más sofisticada, integrada y compleja, lo que genera la transformación de la sociedad y la estructura económica (Schwab 2016). Al momento de analizar dicha revolución, es necesario considerar la situación interna de estados como la República de la India. Ubicada en la región euroasiática, consta con una superficie de unos 3.287.595 km², y un total de 1.397.620.076 habitantes. En términos poblacionales, solo es superada por la República Popular China. Además de su notable extensión territorial y cantidad de mano de obra disponible, dicho país tiene demás factores que hacen a su poder e interés geoestratégico, a saber: la posesión de armas nucleares y los adelantos en materia tecnológica.
En lo que respecta a la primera de estas dos cuestiones, el programa de armas nucleares de la India fue puesto en marcha en 1940 y revelado completamente en 1990, medio siglo después de iniciado el proceso. Las armas nucleares, en sí mismas, no hacen de la India un poder emergente, sin embargo, muchas naciones como China, comenzaron a tomar en serio a la India solo después de su abierta nuclearización en 1998 (Sahni 2013).
En materia tecnológica, Nueva Delhi había sido aislada luego de una prueba nuclear en 1974, sin embargo, a partir del acuerdo de cooperación nuclear civil con EE. UU de 2008, dicho aislamiento cesó. Este episodio dio lugar a que el estado participe en proyectos científicos internacionales tales como el Reactor Experimental Termonuclear Internacional y el proyecto Gran Colisionador de Hadrones en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (Sahni 2013). Asimismo han sido fundadas empresas como Biocon, Infosys Technologies y Suzlon Energy, lideres mundiales en sus respetivos campos. En línea con lo antedicho, cabe destacar que el potencial tecnológico de India no se limita a las áreas de programación, información o comunicación, sino que abarca campos como la biotecnología, la medicina, la agroindustria y la tecnología satelital (Garcia 2007).
India será según algunos autores, el hotspot digital más grande del planeta (Qazi 2017). Ahora bien, ¿Cuáles son aquellos factores que ponen un freno al impulso del poderío internacional indio? Dicha pregunta puede responderse únicamente desde una perspectiva integrada, que va desde la estrategia de poder internacional y regional, hasta los dilemas socioculturales internos de Nueva Delhi. En cuanto al primer asunto, India es consciente de su gran adelanto en materia tecnológica y nuclear, es por eso mismo que busca mayor influencia en el sistema político internacional, sin embargo, sus vecinos no se sienten seguros con la posición de poder que esta obteniendo. Es preciso distinguir entre poder y liderazgo, ya que el poder puede constituir un impedimento para el impulso del estado, mientras que el liderazgo requiere un proyecto regional coherente. En este punto, mientras a India le es difícil diagramar una estrategia regional conjunta, de modo que sus intereses tengan una base de apoyo, China aprovecha este espacio concretando fuertes vínculos políticos y económicos con los estados vecinos del sur de Asia. La actitud de estos últimos estados, es coherente con el bandwagoning, postulado por Waltz (Waltz 1979). En adhesión a esto, es necesario considerar también como limitantes, a la dependencia de la importación de armas y a la dependencia energética. India se posiciona en un vecindario hostil, sobre todo por su conflicto por Cachemira con Pakistán, tiene a su vez una industria militar nacional insuficiente lo que hace que dependa de sistemas de armas extranjeros costosos. Por otro lado, según la Agencia Internacional de Energía de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la demanda india de electricidad subirá en promedio 5,4% anual entre 2004 y 2030, el crecimiento más rápido de la demanda de electricidad en todo el mundo, la frenética búsqueda de la energía será, sin duda, un interés prioritario de las autoridades (Sahni 2013).
Tal como expresa Friedman, está ocurriendo una “nivelación del terreno de juego” en el que los actores dejan de ser únicamente individuos occidentales, permitiendo así a estados de otras partes del globo experimentar un crecimiento exponencial (Friedman 2005). Todo adelanto científico debe tener su correlato en lo humano, continuando con las reflexiones de Schwab, es necesario que el gobierno y las instituciones acompañen de forma sostenida el proceso por el cual la sociedad abraza las nuevas tecnologías. La India, es un estado que se posiciona como potencia media en ascenso o emergente, pero que tiene aún diversas cuestiones socioculturales internas por resolver para consolidar su poderío internacional. India tiene alrededor de unos 400 millones de internautas, este número a pesar de parecer grande representa apenas una cuarta parte de la población, es la mayor población offline según datos de 2016 del Banco Mundial (BBC News Mundo 2018). Mientras que regiones como Delhi o Chenay afirman su posición de centros de alta tecnología de carácter mundial, otras áreas como Bihar o Chhattisgarh concentran pobreza extrema. Casi la tercera parte de su población vive en elevada pobreza, buena parte de ella sumida en el analfabetismo. Solo una minoría de la población tiene acceso a los altos niveles de educación, buen empleo o participación en el ensanchamiento de la base investigativa y productiva del conocimiento; No más del 5% de la sociedad india tiene acceso a Internet y las telecomunicaciones, la informática ocupa a menos del 1% de la población total (Garcia 2007).
Habiendo contemplado dichas circunstancias, es fundamental que la tecnología crezca sobre las bases sólidas de una gobernanza empática, comprometida y coordinada. Como futuros tomadores de decisiones es nuestra responsabilidad generar las condiciones propicias para que las personas puedan acceder a las necesidades básicas, una persona sana y educada es capaz de aprovechar las oportunidades que el progreso tecnológico pone a su disposición. La política debe estar preparada para asumir los desafíos de la globalización, no negándose a ella, sino teniendo la voluntad para desarrollar un crecimiento integral y horizontal.
Para concluir me gustaría citar a Shamshad Akhtar, ex Secretaria Ejecutiva de la Comisión Social y Económica de las Naciones Unidas para Asia y el Pacifico: “es necesario invertir en tecnologías de inversión y comunicación, esto asegura que nadie quede atrás. Simplemente se necesita mas acceso a la banda ancha en toda la región, la geografía no puede determinar la oportunidad” (Akhtar 2018).