¿Cómo funciona la salud en el mundo?

Por Tomás Mesías-Tymoszczuk

“Si bien ninguno de estos modelos carece de errores, aun así se destacan por ser los mejores sistemas de atención sanitaria del mundo”

Vivimos en un país de extremos, donde la polarización es la moneda común de todos los argentinos, casi como si tuviéramos la incapacidad de poder establecer puntos medios o como si estos nos parecieran desagradables. Tenemos la manía de generar grietas en cada aspecto que nos rodea y por supuesto, la salud no escapa de esta. De más esta decir que una de las tantas batallas conceptuales que luchamos a diario es la que enfrentan los conceptos de publico vs privado. Se presentan como enemigos irreconciliables, pero aunque escape de nuestra concepción, en el mundo no solo existen desde hace muchos años dos sistemas sanitarios que reúnen a estos dos “enemigos antiguos”, sino a que además tienen el reconocimiento de ser los mejores modelos de salud en vigencia. Se trata ni más ni menos que dos modelos mixtos, que convergen al estado y al sector privado, para brindar atención sanitaria de manera universal a toda la población.

En primer lugar, encontramos un modelo más similar al nuestro, desarrollado en la década de cuarenta en Inglaterra el modelo Beveridge es un sistema mixto donde el estado controla las presentaciones y donde el sistema es regulado por impuestos. Este sistema sanitario basado en la universalidad y en la equidad es el utilizado en países como España, Inglaterra y los países nórdicos, los cuales posee un presupuesto global destinado a la atención sanitaria y del cual depende el sistema. Según quien gobierne puede entenderse como un beneficio o como una enorme falla, ya que las prestaciones y los insumos brindados dependerán de los criterios de gobierno de turno. En el Beveridge el personal sanitario es un empleado público y los ciudadanos tienen asignados médicos de cabecera, lo que en ocasiones genera incomodas listas de espera como resultado de un número limitado de profesionales. Esto se presenta como otra desventaja del sistema, sin embargo, en países como España se ha conseguido mejorar esta situación mediante la tercerización de los pacientes al sector privado, lo que se refleja en el 29% de las intervenciones quirúrgicas.

Por otro lado, encontramos el sistema de seguridad social Bismarck, el cual le debe su nombre al canciller Otto Von Bismarck que ideo este modelo en 1883 con la idea de brindar asistencia sanitaria a las clases trabajadoras, a través del uso de una “obra social estatal” con la cual podrían acceder a atención privada. En el modelo Bismarck tanto empresarios como trabajadores pagan cuotas que van directamente a las empresas que gestionan los servicios médicos y el estado solo cumple un papel de gestor de los servicios. A diferencia del beveridge, en los países que implementan el modelo Bismarck no existe un presupuesto global de salud, por lo que tampoco existen hospitales ni empleados públicos, lo que le da al ciudadano la libertad de elegir con quien y en donde atenderse, eliminando así casi completamente las listas de espera que se generan en el sistema ingles. Desafortunadamente, aunque nos parezca perfecto, como todo sistema el Bismarck posee fallas que se centran en la falta de atención primaria de la salud, provocada por la falta de presupuesto sanitario. Como en el modelo alemán el estado solo paga por el acto médico y los servicios específicos que consumió el paciente, las actividades de promoción que exceden los actividades de los centros de la salud carecen de fondos, lo que se refleja en los índices de mortalidad por enfermedades prevenibles en algunos de estos estados. Afortunadamente países como Alemania y Francia han comenzado a modificar sus políticas sanitarias para contrarrestar dicha deficiencia y así mejorar los índices de salud pública.

Si bien ninguno de estos modelos carece de errores, aun así se destacan por ser los mejores sistemas de atención sanitaria del mundo, tanto por su universalidad como por la calidad de los servicios prestados, los que demuestra que en algunos casos la solución adecuada no se encuentra en los extremos, como son el modelo privado de estados unidos o el estatal de cuba, sino que esta se halla en los puntos medios, algo de lo que como argentinos tenemos mucho que aprender