La cultura, elemento inherente del hombre, se define por su inteligencia y voluntad, por ello se diferencia de los demás seres del universo, consolidándose como elemento característico de los seres humanos. Ahora bien, la cultura, en su más amplio sentido, nos es otra cosa que la manifestación propia de la inteligencia, y la libertad de expresión de la voluntad, podríamos decir que la libertad cultural esta enraizada en las raíces del hombre como ser libre de expresarse.
Por lo mismo, la libertad cultural afecta a aquello que en el hombre constituye su máxima dignidad. El espacio cultural en el cual nos relacionamos está determinado por nuestra acción, y la decisión de tomar el sendero que condicionara nuestro presente y futuro, nos afectara y condicionara el espacio cultural en el cual convivimos.
Podemos señalar la coincidencia de inteligencia y voluntad, de cultura y libertad en usa sola expresión, en que ambas se funden, a partir de la interioridad del hombre. La cultura, como la inteligencia, significan que el hombre es un ser que posee su propia interioridad, su propio yo, y ese componente tan esencial lo diferencia de los brutos que están siempre vueltos hacia el exterior, condicionados por el contorno del mundo exterior que los rodea, “guiados desde afuera”. Los brutos no poseen el rasgo de interioridad que separa la inteligencia del hombre con la cultura, porque su conciencia no puede replegarse totalmente sobre si, como lo hace el hombre cuando dice yo. He aquí la interioridad consustancial del hombre.
Pero más profunda es la interioridad propia de la voluntad, en que consiste la libertad, esta existe l cuando tomamos la decisión desde el núcleo más interior de nuestra conciencia, desaparece cuando proviene desde afuera dependiendo del grado en que ella viene desde afuera. Entonces hay coacción, mecanismo, pero no vida humana, a lo más se logrará un animal doméstico, pero sin una acción humana propiamente tal.
Por eso la libertad cultural, es en su origen, el fundamento de la dignidad humana, en cuanto se afecta se viola la más sagrada dignidad del hombre. Consiente de esta libertad de actuar y pensar, no se corrompe, aunque lo que se le quiere imponer supone lo mejor para él; o aquello que se le obliga a admitir como verdad, sea autentica verdad. En el grado en que se recibe la verdad mecánicamente y no comprobable desde el interior en un acto consciente y libre, el hombre deja de vivirla como tal, y sus acciones y sus afirmaciones se parecerán a las de una maquina o las de un disco, dejando de ser propiamente humanas.
He aquí la necesidad de respetar la libertad cultural. Cuando se trata de corromper esa esencia, se comete una especie de asesinato espiritual del hombre, y por eso se debe entender como un atentado general contra la vida humana, porque implica la esclavitud más degradante, la de la inteligencia, degradándola a la categoría de irracional.
Estudiante de Relaciones Internacionales y Cs. Políticas.