Incoherentes, el problema de la ley de etiquetas

Los que pedíamos la ley de etiquetas creíamos que era importante EDUCAR para que las personas pudieran DECIDIR (repito el énfasis en estás dos palabras) de manera informada sobre su alimentación

Coherencia es una palabra que los argentinos deberían tatuarse en la frente, pues en el país de los extremos hasta lo más necesario puede convertirse en un problema cuando pasa por el congreso de la nación.

Está tendencia a ser incoherentes llevó a algo tan necesario como la ley de etiquetas (a la cual quién suscribe le parecía necesaria) a convertirse en un verdadero problema para la sociedad Argentina.

Es muy cierto, qué  hoy por hoy en Argentina, uno de los principales problemas de salud pública es la alimentación.

Los argentinos comemos mal Y , aunque esto no nos parezca muy grave, el 62% de población con sobrepeso que  posee la Argentina es responsable del 60% de las causas de muerte en nuestro país.

La mala alimentación produce enfermedades crónicas, qué son un tipo de enfermedades que no solamente son letales, sino que duran años y que requieren un constante y prolongado uso de las instituciones de salud. 

Entendiendo que la mayoría del país actualmente se atiende en hospitales públicos, es real que qué la mala alimentación termina convirtiéndose en un problema de gasto público para el estado argentino y qué es fundamental que el mismo trabaje en planes de educación sanitaria para reducir estos porcentajes.

Por esas cosas la ley de etiquetas en un principio parecía ser una pequeña solución que colaboraría a este problema.

Los que pedíamos la ley de etiquetas creíamos que era importante EDUCAR para que las personas pudieran DECIDIR (repito el énfasis en estás dos palabras) de manera informada sobre su alimentación .

Sin embargo el estado argentino, subestimando la población y no comprendiendo cómo funciona la mente humana, adoptó una actitud paternalista y en lugar de empoderar a la población llegó al punto de casi prohibirles el acceso a estos alimentos.

Esto más allá de dañar a la industria Argentina, que un país en crisis ya es demasiado malo, probablemente tenga efectos totalmente contrarios a lo que se esperaba. 

A nadie le gusta que le digan que tiene que hacer,  por lo cual cada programa de educación sanitaria que hagamos debe estar apuntado a seducir la gente para que tomen decisiones correctas.

 El empoderamiento real se basa en brindar información científica y que la gente luego decida cómo quiere o no comer.

Por esto, este pseudo intento de obligar a la gente a que no coma productos chatarra es muy posible que solo termine en un rechazo de la población hacia la medida y sin lograr mejoras sanitarias reales.

Creo que ya tuvimos un faraónico ejemplo durante la gestión de la pandemia que las medidas sanitarias basadas en el paternalismo fracasan rotundamente. 

Es menester preguntarnos ¿Hasta cuándo el gobierno argentino va a seguir subestimando a la población? ¿Hasta cuándo vamos a seguir generando medidas mediocres que solo terminan generando más daño? 

¿Cuándo seremos capaces de generar espacios de diálogo que permitan desarrollar propuestas de manera integral? en resumen: ¿Cuándo aprenderemos a ser coherentes?

En el mientras, 6 de cada 10 argentinos perderán la vida, por un país en donde la incoherencia es una política de estado.